Comparsa de los diablos cojuelos
En la capital de República Dominicana, donde viví durante
toda mi vida era común escuchar desde principios del año nuevo las preparaciones
de lo que sería la mayor celebración y expresión cultural dominicana, en el mes
de la patria, febrero. Allí donde los grupos tradicionales, sus barrios, los
portadores de tradiciones coordinaban sus desfiles, sus comparsas, habilitaban
las carrozas y cocían sus trajes.
Recuerdo exactamente ese día tan esperado, 27 de
febrero en el que la gente se acumulaba amontonadamente en el Malecón de Santo
Domingo desde tempranas horas de la tarde, familias completas, grupos de
amigos, quienes se deleitaban compartiendo tragos y disfrutando del despliegue
de colorido que allí moraba, música, grupos tradicionales, diablos cojuelos.
Sin embargo, no solo la gente acudía para disfrutar del
desfile nacional de carnaval, iban para compartir como una familia con las
diferentes personas que se dan cita, recrearse en medio de una de las avenidas más
importantes de Santo Domingo, su calor, su gente, su colorido.
Alrededor de las 4 de la tarde, precise como un grupo
de personas que consumían bebidas alcolicas desde tempranas horas de la mañana,
se enfrascaron en una discusión y desataron un ambiente de violencia, lanzando
a los aires botellas de vidrio y piedras, y propinándose golpes entre ellos
mismos.
En un rincón solitario y oscuro escuche los afanados
gritos de lo que parecía ser una niña, me acerque tímidamente a ver de que se
trataba o si eran cosas de mi imaginación, de pronto vi que no se trataban de
cosas de mi mente era una cruda realidad, una niña que lloraba sin cesar víctima
del maltrato de su padre, quien la golpeo fuertemente. Aunque sentia la impotencia de querer defenderla, no podia, solo tenia anos y aun tan pequeno razonaba del abuso de aquel senor, que parecia borracho.
Tres horas más tardes, todo volvió a la normalidad y disfrute del carnaval junto a mis seres queridos, en una fiesta llena de colores que termino convirtiéndose en una experiencia inolvidable para mí.
Justamente 3 la semana pasada hicieron 10 anos de aquella vivencia y caminando por la plaza de Guibia me encontre con ella, la nina de aquel dia a la que salve posiblemente de la muerte.
Ahora ya es toda una mujer con una familia. Logro liberarse de esa violencia intrafamiliar, debido a que su padre murio precisamente un ano despues de ser arrestado.
Por:Gina Gonzalez
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